Con motivo del ciclo «Cine y Locura» de la Semana Internacional de Cine de Lugo.
La imaginación, la capacidad de fabular, es una de las cosas que define al hombre, y esa actividad creativa ha provocado en la humanidad una tensión permanente entre lo real y lo irreal, a la que han sucumbido seres humanos concretos, como simboliza Don Quijote. Esa tensión se debe a que el hombre ha tenido un gran afán por que los productos de su imaginación se identifiquen lo máximo posible con la realidad. Las holografías, los vídeojuegos en tres dimensiones, las experiencias de realidad virtual son los últimos ejemplos de esa pulsión, pero es el cine la actividad que mejor y más ampliamente la manifiesta, porque además de ser un arte con una potencia simbólica y plástica enorme, el cine es quizá la forma más verosímil de reproducir fantasías, de construir lo ilógico, y a eso debe su condición de arte de masas. Ese afán de verosimilitud, de borrar las diferencias entre lo real y lo irreal, lo razonable y lo ilógico, es algo común a las enfermedades mentales. Por supuesto que en las patologías psíquicas hay aspectos que nada tienen que ver con esto y que en algunos casos la dificultad para disociar fantasía y realidad no es una cuestión sustancial, pero sí es cierto que de una u otra manera esa dificultad está presente en la mayoría de los procesos, como podemos comprobar en el ciclo «Cine y Locura», en la XX Semana Internacional de Cine de Autor. Claro que hay diferencia entre admirar una fantasía y creérsela, pero lo que caracteriza al cine es precisamente su capacidad para atravesar la frontera de la realidad. Este paralelismo no hace del séptimo arte un potenciador o mitigador de la enfermedad mental, pero ilustra algo que hasta las propias personas que conviven con ella muchas veces ignoran: la esencia profundamente humana de la locura. Ese paralelismo ayuda a diluir la frontera entre los locos diagnosticados y los no diagnosticados y a ver la locura como la manifestación extrema de una potencia humana universal y permanente. Por eso ALUME desea expresar a Fonmiñá su agradecimiento por una oportunidad como ésta.