Nota de prensa de ALUME.
La muerte en Narón de un joven con enfermedad mental a manos de su propia madre y el posterior suicidio de ésta, así como las posteriores reacciones de la Administración, personas allegadas a las víctimas y otros opinadores han provocado gran preocupación y alarma en ALUME. Preocupación, porque algunas familias que forman parte de esta Asociación viven desde hace tiempo con la pesadilla de protagonizar hechos como los de Narón. Alarma, fundamentalmente, por dos motivos: Uno, porque esos hechos vienen a confirmar la precariedad asistencial que que padecen los enfermos mentales y sus familias, situación que se agrava por la escasa disposición de la administración en mejorar dicha asistencia, como demuestra la actitud de los responsables sanitarios y las elocuentes palabras del presidente de la Xunta de Galicia. “Es una desgracia contra la que no podemos hacer nada”. En segundo lugar, porque al rebufo de estos hechos está saliendo de su caverna el monstruo de la vieja psiquiatría. Desde 1997 ALUME está colaborando de manera intensa con la Consellería de Sanidade en la prestación de asistencia social, sobre todo en la gestión del Centro de Día para Enfermos Mentales. Esta labor aumentará próximamente, con la puesta en marcha de un piso tutelado, para el que se ha firmado un convenio con el mismo departamento autonómico. Lejos de quedarnos de brazos cruzados limitándonos a una función reivindicativa, estamos participando de manera muy activa, por encima de nuestras posibilidades y con gran sacrificio, en la mejora de la calidad de vida de los enfermos y sus familiares. Ese papel activo y colaborador, además de nuestra propia condición de enfermos, familiares y profesionales de la salud mental, nos autoriza a exigir de la Xunta de Galicia, en primer lugar, un mayor respeto que el demostrado por el presidente, Manuel Fraga, y sus colaboradores, y en segundo lugar, una decidida apuesta por la mejora de la asistencia social y sanitaria de las enfermedades mentales. La medicina no puede todavía resolver la mayoría de las lesiones medulares y muchos edificios públicos de nuestras ciudades tienen barreras arquitectónicas, pero a ningún político se le ocurre decir que las paraplejias son desgracias con las que hay que aguantarse. Por lo menos de boquilla, se reconoce el derecho de las personas con minusvalía a integrarse en la sociedad. Los enfermos mentales y sus familias estamos luchando todavía por ese reconocimiento, que por lo visto estos días, no comparten los responsables sanitarios gallegos. No estamos de acuerdo con la estrategia de la Xunta de Galicia de responsabilizar a asociaciones como la nuestra de los recursos sociosanitarios. Querríamos que fuese la propia administración quien se encargara de ponerlos en marcha, pero hemos aceptado los retos y cumplimos escrupulosamente con nuestros compromisos. Frente a esto, resulta descorazonador comprobar la desidia y la falta de interés de la Administración ante problemas que sólo ella puede afrontar. No nos merecemos esto. Queremos una solución para casos como los de Oliver y para tantos otros que necesitan una atención prolongada. Debemos luchar por la integración, por la rehabilitación de estos enfermos, y es imposible que esto lo haga sólo la familia. La comunidad, el Estado, tienen aquí una función fundamental, y los responsables sanitarios gallegos están ignorándola. También nos producen alarma algunas reacciones pidiendo la vuelta de los manicomios (se preocupan de llamarlos de otra manera, pero piden eso, manicomios) y claman por encerrar a quien no puede vivir en sociedad. Observamos preocupados el crecimiento cada vez mayor de esa postura y comprobamos con desesperación cómo la desidia y la precariedad asistencial nos llevan directamente a la caverna.